"¡Pobrecito del Diablo, que lastima le tengo!" Pito Pérez
Así empieza "La vida inútil de Pito Pèrez":
La silueta obscura de un hombre recortaba el arco luminoso del campanario. Era Pito Pérez, absorto en la contemplación del paisaje.
Sus grandes zapatones rotos hacían ruecas de dolor; su pantalón parecía confeccionado con telarañas, y su chaqueta, abrochada con un alfiler de seguridad, pedía socorro por todas las abiertas costuras sin que sus gritos lograran la conmiseración de las gentes. Un viejo "carrete" de paja nimbaba de oro la cabeza de Pito Pérez.
Debajo de tan miserable vestidura el cuerpo, aun mas miserable, mostraba sus pellejos descoloridos; y el rostro, pálido y enjuto, parecía el de un asceta consumido por los ayunos y las vigilias.
——¿Que hace usted en la torre, Pito Pérez?
——Vine a pescar recuerdos con el cebo del paisaje.
——Pues yo vengo a forjar imágenes. en la fragua del crepúsculo.
——¿Le hago a usted mala obra?
——Hombre, no. ¿Y yo a usted?
——Tampoco. Subimos a la torre con fines diversos, y cada quien, por su lado, conseguirá su intento: usted, el poeta, apartarse de la tierra el tiempo necesario para cazar los consonantes ——catorce avecillas temblorosas—— de un soneto. Yo, acercarme mas a mi pueblo, para recogerlo con los ojos antes de dejarlo, quizás para siempre; para llevarme, en la memoria todos sus rincones; sus calles, sus huertas, sus cerros. ¡Acaso nunca mas vuelva a mirarlos!
——¿Otra vez a peregrinar, Pito Pérez?
——¡Que quiere usted que haga! Soy un pito inquieto que no encontrara jamás acomodo. Y no es que quiera irme; palabra. Me resisto a dejar esta tierra que, al fin de cuentas, es muy mía.
——¡Oh, las carnitas de Canuto! ¡Oh, el menudo de la tía "Susa"! ¡Oh, las "tortas de coco" de Lino, el panadero! ——Pero acabo de dar fin a una larga y azarosa borrachera, y mis parientes quieren descansar de mi persona, lo mismo que todo el pueblo. Cada detalle me lo demuestra: en las tiendas ya no quieren fiarme; los amigos no me invitan a sus reuniones, y el Presidente Municipal me trata como si fuera el peor de los criminales. ¿Por que cree usted que me doblo la condena que acabo de cumplir? Pues porque le hice una inocente reflexión, a la hora de la consigna. El dijo su sentencia salomónica: para Pito Pérez, por escandaloso y borracho, diez pesos de multa, o treinta días de prisión, a lo que yo conteste con toda urbanidad: pero, señor Presidente, ¿que va usted a hacer con el Pito adentro tantos días? El señor Presidente me disparo toda la artillería de su autoridad, condenándome a limpiar el retrete de los presos durante tres noches consecutivas. ¿No ha observado usted que la profesión de déspota es mas fácil que la de medico o la de abogado? Primer año: ciclo de promesas, sonrisas y cortesías para los electores; segundo año: liquidación de viejas amistades para evitar que con su presencia recuerden el pasado, y creación de un Supremo Consejo de Lambiscones; tercer año: curso completo de egolatría y megalomanía; cuarto y ultimo año: preponderancia de la opinión personal y arbitrariedades a toda orquesta. A los cuatro años el titulo comienza a hacerse odioso, sin que universidad alguna ose revalidarlo.
——Es usted inteligente, Pito Pérez, y apenas se concibe como malgasta usted su vida bebiendo y censurando a los demás.
——Yo soy amigo de la verdad, y si me embriago es nada mas que para sentirme con ánimos de decirla: ya sabe usted que los muchachos y los borrachos... Agregue usted a esto que odio las castas privilegiadas.
——Venga, siéntese usted, y vamos a platicar como buenos amigos.
——De acuerdo. Nuestra conversación podría titularse: Diálogo entre un poeta y un loco.
Sus grandes zapatones rotos hacían ruecas de dolor; su pantalón parecía confeccionado con telarañas, y su chaqueta, abrochada con un alfiler de seguridad, pedía socorro por todas las abiertas costuras sin que sus gritos lograran la conmiseración de las gentes. Un viejo "carrete" de paja nimbaba de oro la cabeza de Pito Pérez.
Debajo de tan miserable vestidura el cuerpo, aun mas miserable, mostraba sus pellejos descoloridos; y el rostro, pálido y enjuto, parecía el de un asceta consumido por los ayunos y las vigilias.
——¿Que hace usted en la torre, Pito Pérez?
——Vine a pescar recuerdos con el cebo del paisaje.
——Pues yo vengo a forjar imágenes. en la fragua del crepúsculo.
——¿Le hago a usted mala obra?
——Hombre, no. ¿Y yo a usted?
——Tampoco. Subimos a la torre con fines diversos, y cada quien, por su lado, conseguirá su intento: usted, el poeta, apartarse de la tierra el tiempo necesario para cazar los consonantes ——catorce avecillas temblorosas—— de un soneto. Yo, acercarme mas a mi pueblo, para recogerlo con los ojos antes de dejarlo, quizás para siempre; para llevarme, en la memoria todos sus rincones; sus calles, sus huertas, sus cerros. ¡Acaso nunca mas vuelva a mirarlos!
——¿Otra vez a peregrinar, Pito Pérez?
——¡Que quiere usted que haga! Soy un pito inquieto que no encontrara jamás acomodo. Y no es que quiera irme; palabra. Me resisto a dejar esta tierra que, al fin de cuentas, es muy mía.
——¡Oh, las carnitas de Canuto! ¡Oh, el menudo de la tía "Susa"! ¡Oh, las "tortas de coco" de Lino, el panadero! ——Pero acabo de dar fin a una larga y azarosa borrachera, y mis parientes quieren descansar de mi persona, lo mismo que todo el pueblo. Cada detalle me lo demuestra: en las tiendas ya no quieren fiarme; los amigos no me invitan a sus reuniones, y el Presidente Municipal me trata como si fuera el peor de los criminales. ¿Por que cree usted que me doblo la condena que acabo de cumplir? Pues porque le hice una inocente reflexión, a la hora de la consigna. El dijo su sentencia salomónica: para Pito Pérez, por escandaloso y borracho, diez pesos de multa, o treinta días de prisión, a lo que yo conteste con toda urbanidad: pero, señor Presidente, ¿que va usted a hacer con el Pito adentro tantos días? El señor Presidente me disparo toda la artillería de su autoridad, condenándome a limpiar el retrete de los presos durante tres noches consecutivas. ¿No ha observado usted que la profesión de déspota es mas fácil que la de medico o la de abogado? Primer año: ciclo de promesas, sonrisas y cortesías para los electores; segundo año: liquidación de viejas amistades para evitar que con su presencia recuerden el pasado, y creación de un Supremo Consejo de Lambiscones; tercer año: curso completo de egolatría y megalomanía; cuarto y ultimo año: preponderancia de la opinión personal y arbitrariedades a toda orquesta. A los cuatro años el titulo comienza a hacerse odioso, sin que universidad alguna ose revalidarlo.
——Es usted inteligente, Pito Pérez, y apenas se concibe como malgasta usted su vida bebiendo y censurando a los demás.
——Yo soy amigo de la verdad, y si me embriago es nada mas que para sentirme con ánimos de decirla: ya sabe usted que los muchachos y los borrachos... Agregue usted a esto que odio las castas privilegiadas.
——Venga, siéntese usted, y vamos a platicar como buenos amigos.
——De acuerdo. Nuestra conversación podría titularse: Diálogo entre un poeta y un loco.
Pueden encontrar un enlace para bajar la novela completa AQUÍ
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