viernes, 18 de diciembre de 2009

Cada palabra sabe algo sobre el círculo vicioso

La fundación Premio Nobel nos comparte esta lectura de Herta Müller, Premio Nobel de Literatura 2009.

© FUNDACIÓN NOBEL 2009

Cada palabra sabe algo sobre el círculo vicioso
¿TIENES UN PAÑUELO? me preguntaba mi madre cada mañana en la puerta de casa, antes de que yo saliera a la calle. Yo no tenía el pañuelo, y como no lo tenía, regresaba a la habitación y sacaba un pañuelo. No tenía el pañuelo cada mañana, porque cada mañana aguardaba la pregunta. El pañuelo era la prueba de que mi madre me protegía por la mañana. A otras horas del día, más tarde o en otras circunstancias, quedaba a merced de mí misma. La pregunta ¿TIENES UN PAÑUELO? era una ternura indirecta. Una directa hubiera sido penosa, algo que no existía entre los campesinos. El amor se disfrazaba de pregunta. Sólo así podía decirse a secas, en tono de orden, como las maniobras del trabajo. El hecho de que la voz fuera áspera realzaba incluso la ternura. Cada mañana estaba yo una vez sin pañuelo en la puerta, y una segunda vez con pañuelo. Sólo después salía a la calle, como si con el pañuelo también estuviera mi madre.

Y veinte años más tarde estaba hacía tiempo sola en la ciudad, como traductora en una fábrica de maquinarias. A las cinco de la mañana me levantaba, y a las seis y media empezaba el trabajo. Por la mañana resonaba el himno sobre el patio de la fábrica a través del altavoz, durante la pausa del mediodía se escuchaban los coros de los obreros. Pero los obreros, que estaban comiendo, tenían ojos vacíos como hojalata, manos embadurnadas de aceite, y su comida estaba envuelta en papel de periódico. Antes de comerse un trocito de tocino, le quitaban la tinta del periódico rascándola con el cuchillo. Dos años transcurrieron al trote de la cotidianeidad, cada día igual al otro.

Al tercer año se acabó la igualdad de los días. En el transcurso de una semana entró tres veces en mi oficina, a primera hora de la mañana, un hombre gigantesco, de huesos sólidos, con ojos azules centelleantes, un coloso del Servicio Secreto.

La primera vez me insultó de pie y se marchó.

La segunda vez se quitó el impermeable, lo colgó en una percha del armario y se sentó. Aquella mañana yo había traído de casa unos tulipanes y los estaba acomodando en el florero. El tipo me observaba y alabó mi inusual conocimiento del ser humano. Su voz era resbaladiza. Sentí un gran desasosiego. Impugné su elogio y le aseguré que sabía algo de tulipanes, pero nada del ser humano. Entonces me dijo en tono malicioso que él me conocía mejor que yo a los tulipanes. Luego se colgó del brazo el impermeable y se marchó.

La tercera vez se sentó y yo permanecí de pie, porque había dejado su cartera sobre mi silla. No me atreví a ponerla en el suelo. Me insultó tratándome de necia redomada, holgazana, putilla, tan corrompida como una perra vagabunda. Empujó los tulipanes hasta casi el borde de la mesa, en cuyo centro puso una hoja de papel vacía y un lápiz. Rugió: escribe. De pie, empecé a escribir lo que me iba dictando. Mi nombre con fecha de nacimiento y dirección. Y después que yo, independientemente de la proximidad o del parentesco, no le diría a nadie que..., y entonces llegó la horrible palabra: colaborez, iba a colaborar. Esta palabra ya no la escribí. Puse el lápiz a un lado y me dirigí a la ventana, por la que miré hacia la polvorienta calle. No estaba asfaltada, baches y casas gibosas. Y esa calleja ruinosa se llamaba, encima, Strada Gloriei: calle de la gloria. En la calle de la gloria había un gato trepado en la morera desnuda. Era el gato de la fábrica y tenía una oreja desgarrada. Encima de él brillaba el sol matinal como un tambor amarillo. Dije: N-am caracterul. No tengo este carácter. Se lo dije a la calle, fuera. La palabra CARÁCTER puso histérico al hombre del Servicio Secreto. Rompió la hoja y tiró los trozos al suelo. Pero probablemente se le ocurrió que tendría que presentarle a su jefe la prueba de que había intentado incorporarme a su red de espionaje, porque se agachó, recogió todos los trozos en una mano y los metió en su cartera. Luego lanzó un profundo suspiro y, en medio de su derrota, arrojó hacia la pared el florero con los tulipanes, que se estrelló y crujió como si hubiera dientes en el aire. Con la cartera bajo el brazo dijo en voz queda: esto lo pagarás muy caro. Te ahogaremos en el río. Como hablando conmigo misma dije: Si firmo eso ya no podré vivir conmigo y tendría que hacerlo yo. Mejor háganlo ustedes. Y al instante la puerta de la oficina ya estaba abierta y él se había marchado. Y fuera, en la Strada Gloriei, el gato de la fábrica había saltado del árbol al tejado de la casa. Una de las ramas se mecía como un trampolín.

Al día siguiente comenzó el tira y afloja. Yo debía desaparecer de la fábrica. Cada mañana a las seis y media tendría que presentarme ante el director, con el que cada mañana estaban el jefe del sindicato y el secretario el Partido. Y así como en otros tiempos me preguntaba mi madre: ¿tienes un pañuelo? ahora me preguntaba cada mañana el director: ¿Has encontrado otro trabajo? Y yo le respondía cada vez lo mismo: No estoy buscando ninguno. Estoy a gusto aquí en la fábrica, quisiera quedarme hasta la jubilación.

Una mañana llegué al trabajo y mis voluminosos diccionarios estaban en el suelo del pasillo, junto a la puerta de mi oficina. La abrí, y había un ingeniero sentado a mi escritorio. Me dijo: aquí se llama a la puerta antes de entrar. Ahora estoy aquí yo, y tú ya no tienes nada que hacer en este despacho. A casa no podía irme, porque habrían tenido un pretexto para despedirme por faltar sin permiso. Ahora no tenía oficina, y con mayor razón tenía que ir cada día normalmente al trabajo, por ningún motivo debía ausentarme.

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miércoles, 16 de diciembre de 2009

Entre muros de piedra

Los investigadores Elisa Villalpando, arqueóloga del Centro INAH Sonora y Randall Mc Guire, presentaron este 15 de diciembre su libro Entre muros de piedra, la arqueología del Cerro de Trincheras, publicado por el Instituto Sonorense de Cultura y el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Los comentarios estuvieron a cargo de Fernando Tapia, quien realizó el prólogo del libro y de Laura Pescador. En el evento se contó con la asistencia de Poly Coronel Gándara, directora del Instituto Sonorense de Cultura, como invitada especial.

La temática de esta obra se basa en la riqueza arqueológica del Cerro de Trincheras, ubicado en el noroeste de México, en el que destaca la existencia de dos estructuras arquitectónicas que le dan carácter de asentamiento de primer orden: La Concha y El Caracol. Dentro de estas zonas se encontraron muros, veredas, anillos de roca lítica tallada, instrumentos de hueso que fueron sujetos a investigación obteniendo como resultado las páginas de esta obra.

El proyecto de investigación sobre el sitio arqueológico del proyecto Cerro de Trincheras es un buen ejemplo de los avances logrados en el conocimiento profundo de una región de Sonora. Este estudio es el resultado de la intensa labor que por años ha realizado un excelente equipo de especialistas y de entusiastas colaboradores, coordinado por los arqueólogos Elisa Villalpando y Randall Mc Guire.

En el prólogo, Fernando Tapia señala que “las aportaciones de esta relevante investigación, además de enriquecer los acervos para la consulta y referencia en el campo académico, complementa en gran medida otros aspectos sociales y culturales del proyecto Cerro de Trincheras. Gracias a ello, el municipio de Trincheras, el Gobierno de Sonora y sus dependencias, así como el Gobierno Federal a través del Centro INAH Sonora, coordinan esfuerzos para establecer un centro interpretativo ligado al sitio arqueológico, con el fin de difundir el conocimiento de esta imporante región de México. Visitantes nacionales y extranjeros contribuirán al desarrollo del turismo cultural en la región y a la preservación y cuidado de uno de los sitios arqueológicos más importantes de Sonora”.

En el marco de la presentación del libro, se dio a conocer que este recinto contará con tres diferentes etapas que incluyen una estación científica, museo de sitio, centro de visitantes, talleres, entre otros. Representantes del ayuntamiento de Trincheras expusieron la decisión del gobernador Guillermo Padrés de apoyar con recursos por 10 millones de pesos para la construcción de la primera etapa del sitio, el cual tendrá un área total de 1,304 metros cuadrados. La construcción de este centro arqueológico cultural, también aportará nuevos empleos para beneficio de los habitantes del municipio de Trincheras, Sonora.

Elisa Villalpando Canchola
Candidato a Doctor por el Colegio de México, arqueóloga egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia en 1978. es investigadora titular del Centro INAH Sonora desde hace 30 años, interesada en el estudio de los grupos de cazadores recolectores y pescadores de las islas y costas de Sonora, comunidades agricultoras del desierto, prácticas funerarias, rutas de intercambio y objetos ornamentales en conchas marinas, arqueología histórica y legislación arqueológica. Ha dirigido y asesorado proyectos arqueológicos en Sonora desde 1984, con más de 70 publicaciones y ediciones diversas.

Randall McGuire
Doctor en antropología por la Universidad de Arizona. Profesor e investigador del Departamento de Antropología de la Universidad Binghamton en el estado de Nueva York y profesor asociado del Fernand Braudel Center SUNY Binghamton desde 1983, con especialización en estudios de los nativos americanos, marxismo, teoría social, crítica y práxis, desigualdades y estratificación, así como en arqueología del norte de México y del suroeste de Estados Unidos, arqueología histórica y etnohistoria. Ha publicado catorce libros y 120 artículos en editoriales de los Estados Unidos y México, y dirigido proyectos arqueológicos en el área de la Tradición Trincheras desde 1985.

Servicios digitales para treinta bibliotecas de Sonora

El Instituto Sonorense de Cultura Informa:

A partir del próximo año, nuestra entidad tendrá 115 bibliotecas con equipo de cómputo y acceso a nuevas tecnologías, pues treinta recintos se encuentran en proceso de instalación del Programa de Acceso a Servicios Digitales en Bibliotecas Públicas (Fase IV), que se sumarán a los 85 que ya cuentan con este equipo.

Actualmente se establecen estos 30 módulos en igual número de bibliotecas de: Arivechi, Arizpe, Bacanora, Ciudad Obregón (Cajeme), Divisaderos, La Colorada (Tecoripa), Tubutama, Hermosillo, Agiabampo, Citavaro, Moroncárit, Colonia Unión e Islas Las Viejas, Yavaros (Huatabampo); Puerto Libertad, Pitiquito, San Felipe de Jesús, Bahía de Lobos (San Ignacio Río Muerto), Golfo de Santa Clara (San Luis Río Colorado), San José de Batuc –Batuquito- (San Pedro de la Cueva), y Santa Cruz y El Novillo -Campamento El Águila- (Soyopa).

La inversión aproximada es de $1’954,000 M. N., y una cobertura del 94.44% de municipios y el 82.14% en materia de bibliotecas de la Red Estatal, que se traduce en 614 equipos de cómputo para 115 bibliotecas públicas.

Módulos de Servicios Digitales en bibliotecas públicas del estado de Sonora

Este programa consiste en fortalecer y modernizar los recintos bibliotecarios a través de su equipamiento y formación tecnológica, ofreciendo servicios digitales públicos y gratuitos a los usuarios, y la oportunidad de acceder a la información global y a los descubrimientos más recientes en materia de investigación y noticias de interés vía Internet.

El equipamiento de los módulos se realizó de acuerdo a su situación geográfica y poblacional, siendo estos: De soporte con 12 computadoras; de cobertura con seis y de atención especial con tres. Además de impresoras láser, cámara web, Access Point y reguladores de voltaje.

Con la firma de un convenio entre la Federación y el Gobierno del Estado de Sonora, y la colaboración de los municipios mediante un Acta de Cabildo, la biblioteca de cada municipio recibe el módulo en comodato, para ofrecer estos beneficios a su comunidad.


Gracias a la participación de los ayuntamientos y las asociaciones, hoy en día las bibliotecas públicas de Sonora cuentan con espacios más dignos para la búsqueda de información recreativa, formativa, tecnológica y científica, que permiten obtener mayores oportunidades en los diferentes niveles educativos.


Servicios digitales en bibliotecas públicas
Por medio de las tecnologías de la información y comunicaciones, la biblioteca ofrece la oportunidad de realizar tareas con la paquetería de Office (Word, Excel, Power Point, Publisher, Access, etc.), Enciclomedia, y Enciclopedia Encarta 2004 y 2005; se imparten cursos básicos de Internet, para realizar búsquedas de manera independiente, correo electrónico, messenger, Word, Excel y Power Point, entre otros.

El personal encargado del módulo está capacitado para brindar asesoría. La Dirección General de Bibliotecas del Conaculta en colaboración con el Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa (ILCE), imparte cursos de capacitación a bibliotecarios con duración total de 72 horas, en los que se ofrece una introducción al Programa de Acceso a Servicios Digitales en Bibliotecas Públicas, e información sobre temas como asesoría básica de operación, seguimiento del manejo del MSD y estrategias para mejorar el servicio.

Para la presentación y respaldo de tareas escolares, algunos módulos digitales cuentan con los servicios de scanner, impresión, fotocopiadora, discos compactos y disquete.

¡Aprovecha todas las herramientas de apoyo que ofrecen las bibliotecas públicas; hay una cerca de ti!

Benedetti por siempre